Capacitan
en trabajos domésticos a mujeres indígenas que laboran en calles de Querétaro.
Alicia,
Ninfa, María y Afrosina son alumnas de la segunda generación de mujeres que
reciben capacitación para labores domésticas. Son cursos de tres meses que imparte
el Sistema Municipal de Desarrollo Integral de la Familia (DIF), principalmente
a indígenas, para que dejen de vender en la vía pública de la capital
queretana, pues exponen a sus hijos que piden dinero entre los automóviles.
También reciben pláticas en materia jurídica, autoestima y sicología.
De
27 años, y con cuatro hijos, Ninfa explicó que vende periódicos y otros
artículos de temporada. Mientras limpiaba una ventana como parte de la
capacitación, narró que es originaria de Santiago Mexquititlán, municipio de
Amealco de Bonfil, pero desde hace varios años radica en la capital queretana.
Afrosina
no sabe leer ni escribir. Se gana la vida haciendo y vendiendo muñecas de tela.
Tiene seis hijos. Alicia, de 22 años, vende papas fritas y garbanza.
María,
de 28, vende junto con su esposo objetos para vehículos. Su actividad no es
fácil, permanecen horas a la intemperie, soportando las inclemencias del
tiempo. De cada objeto vendido gana 15 pesos que destina para comprar alimentos
a sus cinco hijos.
En
este curso ya se han graduado 8 mujeres que llevaron la capacitación para
trabajar y tener ingreso por su parte.22 más asisten a capacitación, explicaron
Karina Castro, presidenta del DIF municipal, y Marcelino Mora López,
coordinador del Programa de Protección del Menor y su Familia en Situación de
calle.
Por
ser mujeres que viven en situación de extrema marginación y pobreza, es común
que desconozcan el uso de lavadoras, de hornos de microondas y otros artículos
electrodomésticos, incluso que tengan miedo de intoxicarse con los líquidos
para limpiar muebles o ventanas.
No
tienen baño, no hay piso (de concreto) en sus casas, es tierra, entonces hay
que enseñarles a barrer, trapear, a utilizar cada electrodoméstico, cada
químico, para ellas es nuevo, explicó Marcelino Mora.
Las
egresadas no tienen garantizado que de inmediato las contraten en alguna casa u
oficina, pues deben seguir el proceso de entrevista laboral, registro en bolsas
de trabajo y en compañías de trabajo tercereando y que tengan conocimiento que todo en la vida cuesta, que la vida no
te regala nada, indicó Karina Castro.
Uno
de los requisitos para tomar el curso es que sus hijos no permanezcan en los
cruceros donde ellas venden y vayan al Centro de Día, donde reciben
alimentación, educación y recreación, ayuda sicológica y educación sexual.
De
este modo muchas familias de México pueden conseguir ingresos aunque no puedan
o hayan estudiado.
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